Si vas leyendo este blog con cierta frecuencia, ya te habrás dado cuenta que soy muy aficionada a viajar en tren. Me gusta poder mirar por la ventanilla, tener un pasillo largo para caminar, una cafetería dónde hablar con algún que otro pasajero y dormir con el traqueteo de las vías.
Igual de relajado que puede ser para un adulto, para los niños lo es más de lo que nos pensamos. Empezando por un asiento con ventanilla panorámica (panorámica si la comparamos con la de un coche o un autobús), supone una via de escape para la imaginación de un pequeño: con las casas, el campo, el paisaje ya tienes un comodín con el que distraerlos.
Los lavabos y su fácil acceso es otro punto a favor. Te olvidas de buscar como locos un área de servicio de una autopista si viajas en coche y de obligar al niño a hacer pipi durante la única parada en el itinerario del autobús.
¿Y que me dices de ir a la cafetería a por un botellín de agua? Ya tienes otra distracción más.
Las películas que suelen poner en el tren podrían ser otra alternativa, el problema es que no suelen ser películas muy interesantes.
A nivel económico, no sé de ninguna compañia que no haga descuentos a los pequeños por los billetes. En el caso de renfe, hay descuentos por familia numerosa, gratuidad para los menores de 4 años que no ocupen asiento y un de los 4 a los 14 años pagan un 60% de la tarifa
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