Es una de que sorprende. Había oído decir que era una ciudad muy bonita, pero nunca me imaginé lo que encontré, creo que no se le hace justicia. Muy cerquita de Baeza (otra ciudad con mucho que mostrar , ambas en Jaén) , la ciudad de Úbeda guarda calles empedradas, rincones con encantos, casas señoriales, murallas, conventos y un sinfín de palacios. El Renacimiento se respira en la ciudad. Por algo es Patrimonio de la Humanidad.
Desde la plaza Andalucia, por la calle Rastro se llega a las calles medievales que conducen al centro histórico. En él encontrarás laplaza del Ayuntamiento (sede en el Palacio de las Cadenas), la plaza Vázquez de Molina (rodeada de importante monumentos históricos por dónde quiera que fijes la mirada o la Plaza Primero de Mayo. Entre ellas, el camino está salpicado de palacios, capillas, iglesias y colegiatas que te transportan en el tiempo.
RECOMENDACIONES- Un hotel con mucho encanto para dormir es el Palacio de la Rambla. Un antiguo palacete dónde han sabido reutilizar las antiguas habitaciones e instalaciones con mucho gusto. Puertas antiguas de madera con grandes llaves, camas con bisel, paredes desiguales, techos de vigas, antigüedades por cada rincón…. seguro que te gusta.
- Olvídate de coches. Hay que pasear. Puedes dejar el coche en el parquing cerquita de la plaza del Ayuntamiento o también en la plaza Andalucía.
- La mejor época para visitar la ciudad es en primavera y otoño, cuando las temperaturas son más suaves. En verano el calor puede llegar a los 40º y los inviernos son también fríos.
- Como casi toda Andalucía, la espectacularidad de las procesiones en Semana Santa es directamente proporcional a la devoción de su gente. Es una experiencia única.
CURIOSIDADES- Entre los años 822 y 852, Ubeda tuvo mucha importancia y Abderraman II la nombró Medinat- Ubbadat-Al-Arab (Ubeda de los Árabes). Ahora ya puedes imaginarte de dónde salió el nombre.
- “Andarse por los cerros de Úbeda”…. seguro que has oído esa expresión, verdad? Dice la leyenda que en tiempos de Reconquista, allá por el 1230 aprox, el Rey Fernando el Santo envió a unos de sus capitanes a vigilar los cerros de Úbeda. Dicho capitan conoció allí una joven de la que se enamoró y no cumplió su misión. A partir de entonces los cortesanos utilizaban irónicamente “andar por los cerros de Ubeda” porque tampoco son unos tan grandes como para que un ejercito se pierda
INFORMACIÓN ADICIONAL- Úbeda