Sin duda, éste fue uno de los momentos estelares del viaje, el día que fuimos hasta Tadoussac, (Canadá) para ver ballenas, situado estratégicamente en la boca del fiordo del río Saguenay.
El pueblo en sí es una calle principal frente a una gran bahía. Cuando nosotros llegamos a finales de Octubre las cuatro tiendas que tiene y el Centro de Interpretación de Mamíferos Marinos estaban cerrados, parecía una ciudad fantasma si no fuera por algunos turistas que estábamos ansiosos por subir al barco o a las zódiacas. Aún así, aún estando prácticamente vacía, Tadoussac tiene su encanto con todos aquellos motivos marineros, fachadas de colores y repleto de miradores.
De mayo a Septiembre es la mejor época para ver ballenas, disfrutar del buen tiempo y hacer excursiones por los senderos que recorren los acantilados. Pero sin duda lo mejor es subir a alguno de los barcos o zódiacs y probar suerte. Sinceramente, es muy difícil describir la emoción de ver una ballena; diría que es una especie de alegría con lágrimas contenidas de pertenecer a un mundo tan grande y tan hermoso. Es un momento de majestuosidad, de respeto y de admiración.
RECOMENDACIONES
- En mi opinión, no vale la pena quedarse a dormir en Tadoussac. Por precios mucho más modestos puedes alojarte en un bed and breakfast de La Malbaie o en Saint Simeon estupendos. La oferta es muy amplia y no es tanta la distancia a recorrer en coche.
- A un 1km aproximadamente de Tadoussac, por los caminos que recorren Pointe de l’Islet i Pointe Rouge es posible avistar ballenas desde la playa. Pero ojo… hay que tener paciencia y si vas con unos prismáticos… mejor.
- Algunos cruceros, como los de AML, pasan por Baie St Caterine a recoger pasajeros de camino hacia el fiordo ( por si no quieres ir hasta Tadoussac para subir al barco). Puedes comprar allí mismo los tickets.
CURIOSIDADES- Tadoussac se convirtió en el primer punto de venta de pieles allá por el año 1600, unos años antes incluso de que se fundara la ciudad de Quebec, en la costa Este.
- El agua dulce y tibia del río Saguenay se elevan por encima de las aguas frías del río San Lorenzo, dando lugar a la presencia de grandes cantidades de krill, un crustáceo diminuto que resulta ser el principal reclamo de las ballenas.
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