El Panteón fue uno de los lugares que más me gustaron de la ciudad. La sorpresa cuando llegué fue total porque simplemente iba paseando, sin saber muy bien hacia dónde iba por las calles estrechas, disfrutando del buen tiempo, de un delicioso helado . Creo que mi cara fue bastante descriptiva.

Presidiendo la plaza, y escondido entre edificios allí estaba el Panteón. Ocho impresionantes columnas dan paso a un edificio circular con una enorme cúpula decorada con casetones y un gran óculo que ilumina el interior con la luz del sol. Al entrar en el edificio descubres un espacio abierto y diáfano sin bancos, ni columnas.

El Panteón es uno de los monumentos mejor conservados de la Antigua Roma. En el 27 a.C. Marco Agripa quiso construir un templo que mostrara la tolerancia religiosa aunque debido a una serie de incendios fue reconstruido por Adriano. Más tarde, en la era cristina, el Panteón sería convertido en la Iglesia de Santa María de los Mártires, y en la Edad Moderna en la sede de la Academia de los Virtuosos de Roma.

Está abierto todos los días y no hay que pagar entrada.

Ubicación: en la Piazza della Rotonda. La parada de metro más cercana es la de Barberini.

RECOMENDACIONES- Muy cerca de allí se encuentra una de las heladerías más conocidas de la ciudad. Se llama Della Palma y está en Via Della Coppelle. No tiene perdida, sigue la cola.

CURIOSIDADES- Durante el solsticio de verano, cuando el sol alcanza su punto más alto, a las 12 de mediodía un haz de luz entra perpendicular en el templo.

INFORMACIÓN ADICIONAL- Panteón de Roma