Este hotel boutique tan exclusivo era la residencia de una de las familias de nobles con más poder de la zona. Es un hotel muy muy especial. Se encuentra a las afueras de la ciudad de Kandy (Sri Lanka) , aproximadamente a unos 45 minutos de carretera llena de curvas, bastante alejado de la ciudad. En mi opinión es su mayor “pero”, el camino se hace muy pesado y para ir a algún sitio, siempre tienes que regresar por el mismo camino.
El hotel cuenta únicamente con 9 habitaciones. La idea de alojarte en este hotel es disfrutar de una estancia como si estuvieras en una casa privada, en una finca dónde la desconexión es total. Porque realmente eso es lo que es: es una villa palaciega con un agradable patio interior alrededor del cual se distribuyen las habitaciones entre la primera y la segunda planta. Me encantó sobre todo la decoración, la mezcla de muebles antiguos, con maderas nobles, las telas de estilo oriental, antigüedades repartidas por espacios abiertos… Es muy muy bonito.
Una piscina rodeada de vegetación con vistas a los campos de arroz adornan los jardines, unos jardines que conservan la privacidad y la intimidad que quiere preservar el hotel para sus clientes. Tienen también su propio masajista Ayurvedico (que por muy de moda que esté lo “ayurvédico” todavía no se bien bien que es).
Tal y como he dicho antes es un hotel muy especial, pero en mi opinión, estás alejado todo y eso condiciona mucho tu estancia. Tienes que tener muy claro si quieres o no salir del hotel durante tus días en Kandy.
CURIOSIDADES
- Al lado del hotel hay un templo budista. Cuando hay luna llena, debido a no sé que ritual religioso, los monjes cantan toooooda la noche sin parar. El hotel proporciona unos tapones para los oídos con el fin de que los clientes puedan dormir.
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